Que hablen de mí, aunque sea mal

Hace pocos días muchos se llevaron las manos a la cabeza al ver la oferta de trabajo para repartidor que lanzaba Burger King: conocimientos de Literatura y Matemáticas, habilidad en videojuegos e incluso aptitudes de canto. Las redes sociales se incendiaron y los tuits contra la empresa no dejaron de sucederse haciendo que Burger King se convirtiera en Trending Topic. Objetivo conseguido.

Si el objetivo era crear “ruido”, lo lograron. En realidad, la falsa oferta laboral escondía la nueva campaña de la multinacional de comida rápida, “Play for the Whooper”, finalmente resuelta ayer y que consistirá en una competición entre repartidores y clientes. Que todo formaba parte de una campaña aparecía desde el principio en el anuncio, aunque en letra pequeña, provocando que la mayoría del público lo pasara por alto.

Estas campañas que juegan con la controversia no son nuevas. Ejemplos hay muchos: desde la campaña de Benetton contra el odio en la que el papa Benedicto XVI besaba en la boca al imán de la mezquita Al Azhar de El Cairo al anuncio de Nolita contra la anorexia en la que la modelo Isabelle Caro, que sufría esta enfermedad, posaba desnuda.

Este tipo de publicidad busca sorprender, impactarnos y dejarnos patidifusos, dar una vuelta de tuerca al mensaje para impresionar al consumidor y conseguir que hablen de ti durante unas horas o unos días pero… ¿Todo vale? ¿Dónde está el límite? Y sobre todo… ¿Es eficaz?.

De la Blanca Navidad de Netflix al autobús de Hazte Oír

El pasado mes de diciembre Netflix anunció su serie Narcos con una lona gigante en la Puerta de Sol en la que se podía leer el mensaje “Oh, blanca Navidad” que desató las críticas tanto del gobierno colombiano como del Ayuntamiento de Madrid. Algo parecido ocurrió durante la promoción del estreno de la tercera temporada de la serie en la que la polémica frase del SMS de Rajoy a Bárcenas se convirtió en el lema de la campaña: “Sé fuerte. Vuelve Narcos”.

Otro de los últimos casos de controversia en nuestro país lo protagonizó la organización Hazte Oír y su famoso autobús contra la transexualidad, una campaña que levantó ampollas y consiguió repercusión tanto en la calle como en los medios, incluso en los internacionales.

En las últimas horas ha saltado una campaña publicitaria que también ha hecho que Twitter se revolucione y es la protagonizada por Simón Pérez, Director Académico de la EIAF, y Silvia Charro, Consultora de la inmobiliaria Engel and Völkers. Ambos aparecen en un vídeo publicado en El Periodista Digital hablando sobre las hipotecas de precio fijo pero de un forma un tanto “extravagante” y es que parecen que acaban de venir de un after y están un poco colocados y borrachos. Esta “original” campaña publicitaria tiene como fin promocionar la nueva empresa que va a lanzar la propia Silvia sobre hipotecas.

Estas son sólo algunas pero hay muchas más como la de Idealista y sus parejas pilladas haciendo el amor en el coche, la mujer en ropa interior dejando a un hombre tras ella en la cama de MyTaxi o KH7 y sus quitagrasas sensuales, pero también truchos como el clásico de Durex y sus preservativos XXL o el de coche que atropella a Hitler de pequeño de Mercedes.

Jugar en esta fina línea que separa lo correcto de lo incorrecto logra (casi) siempre una gran repercusión, pero no está exento de riesgos. Lo que a priori puede ser una genialidad se puede convertir en un auténtico desastre para la imagen y reputación de la marca o, incluso, lo que es aplaudido por su originalidad y riesgo puede difuminar el objetivo final de la campaña.

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