Asistimos a un nuevo ecosistema en el que las empresas con poco tiempo de vida y pocos empleados, alcanzan valoraciones multimillonarias. En 2007 Google compró Youtube, con apenas dos años de vida y 65 empleados, por 1.650 millones de dólares. En abril de 2012, sólo unos meses después de la bancarrota de Kodak, el gigante Facebook compró por 1.000 millones, una red especializada en fotografía, Instagram, que por aquel entonces contaba en plantilla con 13 empleados. Si esto no había sorprendido suficiente, en febrero de 2014, de nuevo Facebook protagonizaba una compra millonaria: se trataba de Whatsapp, que sólo contaba con 55 empleados y cuatro años de existencia, por 19.000 millones de dólares.
Pero ¿Cómo se consigue tanto con tan poco? ¿Cuáles son las novedades del mundo digital que permiten esta eficiencia de recursos?
Para entenderlo, dejando aparcada esta cuestión un momento, tomemos el ejemplo del reino animal. Pensemos en un cóndor, un ave andina de unos 12 kg. de peso que puede alcanzar alturas de hasta 7.000 metros. O bien pensemos en esos aviones que han tenido que volver al aeropuerto de partida debido a un choque con un buitre a 2000 metros de altitud. ¿Cómo consiguen estos pájaros tales efectos? No todos pueden lograrlo, sólo son capaces aquellos que tienen una configuración especial, una gran envergadura, unas grandes alas como velas para obtener lo mejor de ese entorno atmosférico.
Trasladando este símil al mundo empresarial y buscando un equivalente a la envergadura del cóndor, nos planteamos la siguiente cuestión: ¿Qué permite a una empresa que cuenta con una decena de empleados, aprovechar el entorno digital y sus tendencias? La respuesta es simple: las plataformas digitales.
Plataformas web como Airbnb, Uber o la más veterana, eBay (ejemplos de empresas exponenciales), son alas desplegadas para coger impulso en el mundo digital. Las ganas de comprar y vender, alquilar, desplazarse… se pueden cumplir gracias a estas plataformas de forma sencilla y sin apenas coste. Lo que suponía grandes desembolsos y dificultades en el mundo analógico, desaparecen de manera inmediata gracias a una plataforma web, cubriendo así una demanda insatisfecha.
El propósito de una ExO
En 2016 el emprendedor e inversor Salim Ismail, publicó “Organizaciones exponenciales” (ExO), finalista en los premios Knowsquare al mejor libro de empresa. En sus páginas, Ismail intenta analizar las claves de estas organizaciones y cómo éstas pueden ser empleadas en empresas más grandes y establecidas pero en transformación.
Uno de los elementos clave de estas ExO es su propósito, para qué han sido creadas. Plataformas como TED se definen como “Ideas dignas de difundir”, Google “Organizar la información mundial” o Singularity University “Impactar positivamente en mil millones de personas”. Son propósitos claros que atraen la atención y el talento.
En el modelo de ExO se debe definir además, sus características internas y externas. Las externas definen esa “envergadura” con las que podemos identificar si estamos ante una de estas empresas. Para saber más acerca de las internas, invito a leer el libro de Ismail, realmente merece la pena.
Las cinco características externas mencionadas anteriormente son: Empleados y demanda; comunidad y entorno, algoritmos, activos externos y compromiso. De lo que realmente hace uso una empresa exponencial es de la inteligencia y los activos externos, gestionados por sus nuevos algoritmos y modelos de negocio, e impulsados por las comunidades que crean valor y que generan el compromiso de usuarios y empleados con su propósito. El éxito radicará en la gestión de estos elementos.
Google, un gigante que está entre las cinco compañías más valoradas en Bolsa a nivel mundial, cuenta con una plantilla de 50.000 empleados muy bien seleccionados. Aunque parece un número alto, es ínfimo comparado con la inteligencia de las 2.400 millones de personas que usan Internet actualmente. Gracias a los algoritmos con los que cuenta Google, saca partido a esta inteligencia que se mueve dentro de su plataforma.
La confianza como valor primordial
Empresas como Uber, Airbnb, eBay etc. usan el sentido de la comunidad pidiendo a los usuarios que se valoren unos a otros en el intercambio de servicios. Esto recupera un valor fundamental: la confianza. Las valoraciones positivas generan confianza, mientras que las negativas pueden arruinar el futuro de nuestra plataforma. Esto nos empuja a ofrecer un servicio excelente y atento para mantener o mejorar nuestra reputación. Una vuelta a los valores asociados a las pequeñas comunidades donde todos se conocían. Se trata de recuperar una reputación digital que parecía perdida en el anonimato de las grandes ciudades.
Todo esto tiene un componente esencial: la información, recurso cuyo uso está abierto a todo tipo de compañías. Estas compañías gestionan especialmente la información, independientemente de su actividad y de los bienes o servicios que intercambien. Es por ello por lo que los algoritmos forman parte de su núcleo, y saber aprovechar los avances en inteligencia artificial y aprendizaje autonómico harán que destaquen dentro del sector.
No debemos olvidar un componente básico de estas ExO: la ligereza. Los activos son externos. Así, Uber no posee los coches, ni Airbnb los alojamientos, ni Facebook las fotos o vídeos que se comparten, pero son el mayor proveedor de transporte, de alojamiento y de contenidos del mundo. La clave no está poseer aquello que ofreces, sino saber gestionarlo.
Están son las claves y están ahí para quien quiera utilizarlas. La transformación digital ha de convertir a cada empresa, en la medida de los posible, en una ExO. De no hacerlo, se irán encontrando nuevas empresas con servicios más rentables.
Por tanto, hay que volar aprovechando las corrientes de aire digital, como decía el autor Jonathan Coe en su libro ‘¡Menudo reparto!’: “Volar nunca es peligroso (…) lo peligroso es estrellarse”