Es evidente que entre el mundo físico y el virtual o digital hay muchas y grandes diferencias. Uno de ellos podríamos considerarlo sutil y el otro con peso; uno costoso y otro barato; con limites uno y el otro ilimitado, uno con rozamiento y el otro fluido.
En uno nos movemos en el mundo de los átomos y en el otro en el de los bit, el mundo de las cosas frente al de la información. Nosotros y las empresas convivimos hoy en esos dos mundos (ya le dedicamos un post anterior en este blog. Ambos tienen lógicas diferentes pero estamos ya acostumbrándonos a conmutar de uno a otro sin ninguna dificultad.
A veces tenemos incluso el privilegio de asistir a la mezcla de ambos mundos, como en las aplicaciones de realidad aumentada o a través de unas Google glass y la verdad es que es asombroso el efecto mágico que nos produce.
El otro día recordé esta magia de mezclar lo diferente mientras visitaba una exposición sobre impresionistas y su experimentación con el color. Aquellos innovadores de la pintura trabajaron el color desde la intuición y desde la ciencia y jugaban a menudo con colores complementarios (los que están en extremos opuestos en la rueda cromática) para conseguir que al juntarlos produjeran un efecto de gran atractivo a la vista, incluso los utilizaban para construir las sombras. Así, la sombra dada por un objeto en la luz amarilla del sol era pintada en su opuesto, el violeta, en vez de negra y simplemente eso hacia vibrar todo el cuadro. El contraste de complementarios es una gran lección que también vemos en la comunicación actual.
Para una buena comunicación hoy no podemos separar lo físico de lo digital. De hecho, juntos se potencian y separados se restan.
Así, un evento o una actuación que solo se produjera en el mundo físico y no tuviera una repercusión en el mundo digital, ya sea en las redes sociales, blogs o cualquier otro medio, acabaría siendo prácticamente irrelevante y con la percepción de antiguo. No dejaría huella y solo seria disfrutada por los asistentes, algo ya casi inconcebible y tremendamente ineficaz desde el punto de vista de influencia y económico.
Lo contrario es también ineficaz. Pese a vivir en un mundo con tanta importancia de lo digital, si algo ocurre solo en el mundo digital, sin una manifestación en lo físico corre el riesgo de naufragar en el gran océano de información y no dejar rastro. Lo que ocurre en el mundo físico legitima y da valor a lo digital. De hecho, medios que podríamos considerar, pese a su tecnología, del mundo físico como la radio o la TV siguen produciendo en el consumidor más confianza que los anuncios en Internet. Por eso, cualquier debate online ha de concluir o iniciarse con una mesa redonda física. Cualquier libro aunque se distribuya en digital ha de tener una presentación física. Cualquier campaña de comunicación ya sea interna o externa ha de conjugar tanto elementos físico como carteles o vinilos con una actividad en una web o una red social. De este modo se refuerza todo el mensaje y se hace creíble la iniciativa.
La unión de ambos mundos, físico y digital, es la única fórmula de éxito para la comunicación en el mundo actual.
Y como este post empezó con pintores y colores, lo cierro con una cita de una gran maestro del color Henri Matisse cuyo contenido podríamos hacer nuestro también solo cambiando colores por modalidades de comunicación : “La función principal del color debe ser servir a la expresión”.