Qué lejanos quedan aquellos tiempos en que las Navidades eran sinónimo de christmas en el buzón y anuncios televisivos que congregaban a toda la familia frente a la pantalla.
Hoy en día, los mensajes navideños nos llegan a cualquier hora y en cualquier lugar a través de redes sociales, aplicaciones de mensajería instantánea, medios online… pero, en lo fundamental, la esencia no ha cambiado. Por un lado, los sentimientos y emociones a los que se apela son los mismos a lo largo de los años: familia, reunión, ilusión, generosidad… Por otro, la campaña navideña sigue siendo una de las más importantes del año para empresas y marcas. Son los códigos, canales y tecnologías los que se han transformado y ampliado.
Si hace unas décadas un mero anuncio lograba congregar a niños, jóvenes y adultos delante del televisor, hoy en día la existencia de una gran variedad de canales, plataformas sociales y dispositivos tecnológicos ha provocado que las campañas navideñas se sofistiquen y personalicen, adaptándose a las nuevas formas de consumo de información.
Las marcas se han visto abocadas a elaborar campañas muticanal, no solo para lograr llegar a públicos muy diferentes hiperestimulados, sino para emocionar y enganchar diferenciándose y destacando entre los cientos de mensajes que nos llegan a diario. Un buen ejemplo pueden ser los spots televisivos, que se han transformado en productos transmedia adaptados a diferentes plataformas y canales dentro de estrategias 360º. Siguen siendo historias emotivas narradas en unos pocos segundos pero que ahora se complementan y enriquecen con contenidos en otros canales.
Aunque no hay una fórmula mágica para triunfar con nuestra campaña navideña, hay algunas líneas básicas que no pueden faltar: narrar una historia de forma creativa, implicar al usuario, de forma que interactúe y comparta nuestro contenido, y adaptar y personalizar el mensaje tanto al público al que nos dirigimos como al canal a través del cual lo vamos a transmitir.
