Los juegos de palabras están desfasados, como la fruta en almíbar o Paula Vázquez. Por mucho que algunos copies nos empeñemos, de vez en cuando, en intentar colarlos en un titular e, incluso, jugándonosla mucho, en un concepto… Lo cierto es que son muy de los noventa. Pero si vuelven las Nike Huarache y si uno de los eventos del 2017 va a ser, precisamente, un festival de música noventera, tenemos licencia para hacer todos los juegos de palabras que queramos. Y hablar de «creactividad».
Considerar que la creatividad es una especie de don es una creencia bastante extendida, que lleva a algunos a pronunciar frases tan lapidarias como «yo no soy nada creativo», «no tengo imaginación» o «no soy nada original». Se equipara la creatividad a una condición, como la de ser alto, tener los ojos verdes o el pelo afro. Y eso no es cierto. O no del todo. Además, expresarlo de este modo es peligroso: contribuimos al endiosamiento de quienes se consideran creativos. Y eso es algo que no queremos que siga sucediendo. De verdad que no. Creednos.
Todo el mundo puede ejercitar y cultivar su creatividad. Con constancia y tenacidad. Como quien no se detiene hasta conseguir un abdomen de piedra o el dominio del hang. Eso es la «creactividad».
Por eso, para quienes están pensando «¿qué hago para ser «creactivo»? ¡Contadlo, por todos los dioses!», aquí va la típica lista con consejos:
- Aprende algo nuevo cada día. Aunque sea una palabra, la ubicación de una calle, el nombre de un compañero de trabajo. O no lo hagas, si eres de los que sienten que la mayor parte de su cerebro está relleno de datos inútiles. En ese caso, concéntrate en aprender algo que te interese de verdad.
- Sal de tu zona de confort. Cambia ver Netflix en el sofá por ver HBO en la cama. Si te parece poco, siempre puedes hacer lo que sugieren otros: dejarlo todo para ir a plantar bananos a Costa Rica. O algo intermedio.
- Mira más allá de tu ombligo (seguro que es precioso, pero no como para estar concentrado en él todo el santo día). Hay vida más allá de tu disciplina. Con esto no solo apelamos a los que trabajan en creatividad. Sino también a los abogados, a los funcionarios (aunque pudiera parecer imposible), a los economistas.
- Abúrrete. Del mismo modo que hay una corriente pedagógica que recomienda a los padres que dejen que sus hijos se aburran (para que encuentren un espacio donde puedan desarrollar su imaginación), tú también puedes hacerlo. Sobre todo si no hay nada que te apasione. Puede que así acabes encontrándolo. O puede que no… y que el aburrimiento desemboque en una adicción seria a Wallapop o a Pokemon Go. Es arriesgado. Pero hemos venido a jugar.
- Respeta el silencio. No porque lo diga el proverbio, que también (aunque si nos ponemos estrictos, la mayoría de nosotros deberíamos cerrar el pico para siempre), sino porque a veces es la mejor forma de dejar hablar al cerebro. O al corazón, que también inspira (¡ohhh!).
- Por supuesto, no te apropies del término «creactividad». No lo sueltes como quien intimida con anglicismos innecesarios (algo particularmente flagrante en este sector), porque puede resultar contraproducente (patético). Lo hemos utilizado para reforzar la idea (es un recurso como otro cualquiera), pero ya está. Si quieres ir diciendo palabras nuevas, invéntatelas (porque eso en sí ya sería un buen método para ejercitar tu «creactividad»).
- [Inserta aquí el propósito que quieras]
Dicho todo esto, gracias a todos los lectores del blog por estar siempre ahí, tan silenciosos. Sin vosotros esto no sería posible, bueno, sí, pero no tendría sentido. ¡Así que feliz 2017 a todos y hasta el próximo post!