La publicidad está tan presente en nuestras vidas que los guionistas no dudan en introducirla en sus ficciones, para enriquecerlas y ganar verosimilitud. El product placement, la forma más evidente de hacerlo (y de obtener ingresos a cambio, claro), se ha normalizado en las tramas y a ojos de los espectadores. Ejemplos como el mítico tetabrik de Puleva en la cocina de Diego Serrano (el realismo de sus sueños era realmente incomparable) o el Pontiac Aztek de Walter White , forman parte del imaginario colectivo seriéfilo. La publicidad ha evolucionado dentro de las series hasta convertirse en puro atrezzo. Los guionistas no se resisten a crear sus spots dentro de la narrativa.
A veces se justifica dentro del hilo argumental. Otras, son caprichos, como obligar a Resines y Cranston a coincidir en el espacio-tiempo de esta líneas (perdonad, ha sido una crueldad). En cuanto el tono, estilo y fondo… a veces es una parodia. Se nota el “tufillo” de superioridad por parte de los guionistas, como si dijeran “vamos a dejar que se nos vaya la olla con esto”. Otras, “se lo toman en serio”. En todo caso, resulta muy interesante cómo nos ven y desempeñan nuestro trabajo en la ficción. Eso sí: sin brief, sin target, sin presupuestos, sin guías de estilo, sin objetivos… ¡Sin cambios!
Ichiban, lipstick for men
Joey Tribbiani, como todo actor que se precie, hizo sus pinitos en la publicidad. En la serie nos deleita siendo la imagen de una campaña de concienciación sobre enfermedades de transmisión sexual, demostrando la utilidad de un aparejo llamado Milk Master 2000, al más puro estilo teletienda, y anunciando un pintalabios para el público nipón masculino (que incluso se ha testado en famosos). Tratándose de Friends y, particularmente de la vida de Joey, todo está en brief, sí.
Franklin Funeral Supplies
El episodio piloto de Six feet under incluye tres spots funerarios absolutamente novedosos. Sobre todo porque un espectador medio carece de referencias de publicidad mortuoria con las que comparar.
Así, nos descubren la diferencia entre un coche fúnebre normal y un “Millenium Edition Crown Royal Funeral Coach”, el mejor coche para emprender el último viaje.
También nos comunican las bondades de “Living Splendor”, un producto que devuelve la elasticidad y suavidad a la piel de los cadáveres. Los resultados son tan realistas que only real life is better.
Por último, incluso se atreven con un servicio funerario cuya misión es put the fun back in funerals.
En fin, tres joyitas para ver en esas noches de bajón creativo. Gracias HBO.
Dunder Mifflin Ad
La oficina de Dunder Mifflin en Scranton, vive gracias a Michael Scott muchísimos momentos de gloria. Uno de ellos es el rodaje de un spot de la oficina, en el que participa todo el equipo y en el que se pone en el foco en el papel como canal, como transmisor de historias vitales. El claim no puede ser mejor: “limitless paper in a paperless world“. Michael se lo tomó como un proyecto vital, como casi todo lo relacionado con su oficina, así que… amor total. Imposible verlo con otros ojos.
Kitten Mittons
Podríamos decir que It’s always sunny in Philadelphia es una serie DIY. Un grupo de amigos dirige, escribe, actúa… Obviamente la publicidad también la hacen ellos mismos. De ahí que en este caso no sorprenda lo casera, cutre y políticamente incorrecta que es.
Por ejemplo, presentan un producto revolucionario para los amantes de los gatos que los odian cuando se ponen a arañar superficies…
Por no hablar de la pistola que dispara chupitos…
O de Fight Milk, la leche para luchar.
Mr. Quitanieves
Tras una gran nevada en Springfield, Homer se compra una máquina quitanieves, y empieza a cobrar a sus vecinos por despejarles de nieve las entradas de sus casas. La cosa le va tan bien que se empieza a hacer llamar «Mr. Quitanieves» y decide rodar un spot.
El resultado es una pieza bastante clásica, en blanco y negro, también un poco abrupta, con la que Homer no sabe si se identifica. Típica situación de cliente que no sabe lo que quiere.
Davis & Main Commercial
Saul Goodman es uno de los abogados más queridos de la televisión. Tanto que dio pie a un spin off, en el que descubrimos cómo era cuando no se hacía llamar Saul, sino Jimmy McGill.
Jimmy era buena persona, buen abogado, con tendencia a cuestionar las normas. Eso sí, en una de esas, crea un spot para el bufete de abogados donde trabaja (en un momento en el que, casi como en la actualidad, los bufetes de abogados apenas invierten en publicidad). Un spot que escribe y codirige, y en el que no pone el foco en su figura (como ocurrirá más adelante cuando ya sea un infeliz y un sinvergüenza), sino en la del cliente final. McGill sabe lo efectivos que pueden ser los testimoniales y toca la fibra con la historia de una pobre ancianita estafada. El call to action no puede ser más claro, y el spot tiene un efecto llamada insuperable.
Podríamos seguir hablando de publicidad en series (de hecho, lo haremos). Hasta entonces quedaos con la idea de que es todo un filón. ¡Y que hay que fijarse ella!