En Neolabels nos encontramos cada día con clientes que no están contentos con su comunicación: lo que antes funcionaba ahora no es eficaz, y no entienden el porqué.
Para nosotros la clave está en volver a mirar el esquema clásico de la comunicación.
Como se puede apreciar, aunque el emisor no ha cambiado mucho y su mensaje tampoco, los canales sí lo han hecho. Hay más y, en su mayor parte, ya no son unidireccionales, ni basados en texto, sino más audiovisuales. Tampoco es igual el receptor. Ahora son más activos, también producen contenidos, no solo los consumen. Son prosumidores.
Al cambiar los receptores, su cultura y su comportamiento, los mismos mensajes de antes ya no significan lo mismo para ellos. Lo que antes daba prestigio, ahora puede leerse como prepotente; lo que era creativo, corre el riesgo de parecer distante.
Al cambiar el receptor, ya no lee igual la realidad, sus códigos ya no son los mismos que los del emisor y, cuando esto ocurre, se producen errores de codificación y de decodificación. Es como si emisor y receptor ya no hablaran un idioma común y, por tanto, no se entendieran.
Y, por si eso fuera poco, también hay otro elemento a considerar: el contexto. Si el contexto cambia, también lo hace el significado del propio mensaje. En una situación de crisis y miedo como la actual, las cosas no significan lo mismo que en un entorno de prosperidad y optimismo. La falta de adecuación del mensaje a las preocupaciones de la sociedad en cada momento puede tener consecuencias no deseadas.
Por todo esto, la comunicación del siglo XXI debe de afrontarse tras un gran análisis previo, con nuevos puntos de vista y con el asesoramiento de empresas imbuidas de estos cambios, que ayuden a evitar esas ineficiencias en la comunicación. En Neolabels nos tomamos muy en serio la comunicación y, por eso, también la lectura de estos elementos en una etapa de cambio tan profunda como la actual.