Hay una canción popular inglesa que me viene a la mente en muchas ocasiones y que dice así:
Por un clavo se perdió una herradura,
por una herradura, se perdió un caballo,
por un caballo, se perdió una batalla,
por una batalla, se perdió el Reino.
Y todo por un clavo de una herradura.
Esta canción me viene a la mente cuando se produce algo que mi amigo Alejandro de la Sota dice a menudo: “En España solemos ser buenos en lo caro y malos en lo barato”. Esta situación se produce también en la comunicación y por eso he titulado así este post. Ocurre que empresas cuya actividad es compleja, rentable y en sectores muy competitivos que no acaban de creerse esto del mundo digital y, cuando vas a visitar sus páginas web, sufres la sensación que te causaría alguien inadecuadamente vestido, sin arreglar o con ropa de hace tres temporadas.
Obviamente, la comunicación, la web en este caso (que es la identidad digital primera de una empresa), ha de estar al nivel del resto de la compañía y de lo que ésta dice que es. No nos damos cuenta de que en comunicación hay al menos dos principios que yo considero fundamentales. Por una parte, el de que es imposible no comunicar. Aunque nosotros no hagamos nada, la web comunica por nosotros y lo hace en el estado en el que está. A veces dice de nosotros cosas contradictorias a lo que nosotros decimos ser. El otro gran principio, que se une con lo anterior, es que, en comunicación, la forma es tan importante como el fondo.
Si te hicieron una web hace 5 años, seguramente ahora sea antigua. Las formas cambian y así lo debe hacer nuestra comunicación digital. Hace 5 años no había redes sociales con la extensión actual, ni YouTube era el tercer portal con más tráfico de todo Internet. Es decir, en solo 5 años, el mundo se ha inundado de conversación en redes sociales y la comunicación se ha hecho más audiovisual. Y tu empresa, que dice ser una de las más avanzadas de su sector y que quiere ayudar a otros en su evolución, resulta que tiene un web que está obsoleta y, lo que es peor, la de tus competidores no lo está. Cuando no encajan el fondo y la forma de lo que comunicamos, el mensaje se anula.
Imaginaos por un momento que estamos hablando con un consultor que nos va a ayudar en un proyecto muy importante, que exige utilizar el estado del arte en tecnología y donde competimos con empresas avanzadas del resto del mundo. En ese momento, el consultor recibe una llamada y tú ves con horror que saca un móvil del año 2000 con pantalla monocroma. Tu sensación de desconfianza sería enorme y su credibilidad caería por los suelos. Pues eso mismo pasa con gran parte de las web corporativas de muchas buenas empresas españolas, en especial las pymes, pero también muchas de las grandes.
Hay que tener cuidado en todos los detalles que hablan de nosotros, ha de haber coherencia entre ellos. Por un clavo no podemos perder una batalla, pues con ella podríamos perder mucho más. Cuidemos toda nuestra comunicación, en especial esa que está disponible 24 horas al día, 7 días por semana. No olvidemos que vivimos en un vertiginoso mundo digital donde el cambio es una constante y hay que seguirlo.