Una de las características más relevantes de la nueva sociedad digital es que esperamos que sea más transparente que la anterior sociedad industrial. Las actitudes de conversar, compartir y colaborar son parte de su nuevo ADN. Así, el prefijo open se usa habitualmente: hablamos de open innovation, open data, open university, etc. En un mundo con más transparencia es más fácil detectar las incoherencias entre lo que se dice y lo que se hace.
Esto se empieza a notar mucho en los espacios en los que trabajamos o aprendemos. Las instituciones y las empresas están intentando transformarse pero no cambian sus espacios. El resultado es que las nuevas ideas en espacios diseñados en lógicas industriales suenan incoherentes o falsas.
AULAS DEL AISLAMIENTO
Las aulas de nuestros colegios, de nuestras universidades e incluso de las más avanzadas escuelas de negocio y los espacios de muchas empresas transmiten un “mensaje invisible” de aislamiento, jerarquía y unidireccionalidad poco coherente con los nuevos valores que van a configurar la sociedad postindustrial. Aunque el contenido de lo que allí se enseñe sea actual habrá siempre una incoherencia con el entorno en el que esas ideas se escuchan y perderán fuerza.
LA BUENA ARQUITECTURA
Muchos arquitectos han concebido la arquitectura que hay que hacer en cada momento como algo que debe estar sobre todo en sintonía con las ideas y el modo de vivir de esa época. El más famoso es el de Gropius, que creó la tan influyente escuela de arquitectura y movimiento Bauhaus con este pensamiento:
“La buena Arquitectura debería ser una proyección de la vida misma y ello implica un conocimiento íntimo de los problemas biológicos, sociales, técnicos y artísticos”.
Por eso, llevar a la práctica las nuevas ideas que conforman la cultura digital conlleva inevitablemente a cambiar los espacios. Así los colegios que se están centrando más en desarrollar las competencias básicas de los alumnos en vez de solo centrarse en transmitir conocimiento, se ven forzados a abrir sus aulas, incluso derriban las paredes para encontrar espacio para la colaboración, algo muy difícil en un aula clásica de filas y columnas de pupitres.
GOOGLE SÍ PRESUME DE SU ESPACIO DE TRABAJO
Una de las primeras cosas de las que presumían empresas como Google, Yahoo y otras pioneras de esta revolución digital eran sus espacios. Espacios que no parecían para trabajar, que fomentaban la creatividad, los encuentros y el trabajo en equipo. Espacios que hacían creíble a la empresa. Por eso sentimos esa frescura esa coherencia entre fondo y forma cuando visitamos unas oficinas de una empresa nacida en esta época (por ejemplo Neolabels) frente a una empresa clásica que se está reciclando en digital sin cambiar su entorno espacial de trabajo. Y esto es especialmente visible en la Administración; notamos que se nos está quedando “vieja” en sus formas comparadas con el cambio que estamos viendo en el resto de la sociedad
Por eso hemos de cuidar los espacios y cambiarlos mientras cambiamos nuestras maneras de pensar. Como decía el gran arquitecto español, padre de uno de los autores de este post: “La importancia de la arquitectura no es otra que la del ambiente que crea. Un ambiente es conformador de conductas”.