La economía de los ecosistemas y la comunicación

La metáfora que intenta describir mejor el entorno competitivo actual es la de los ecosistemas. Es decir, entornos en los que conviven diferentes especies que de algún modo compiten y colaboran entre sí y alcanzan el equilibrio cuando cada uno obtiene ventajas por pertenecer a él.

La economía de las plataformas, como son Airbnb, Uber, Blablacar, y todos los modelos que las replican son verdaderos ecosistemas en los que todos sus participantes obtienen ventajas por colaborar. De hecho, las principales tensiones vienen por externos al ecosistema que consideran que deberían participar de él, al menos porque así lo dicen las leyes que hoy rigen nuestra convivencia y que fueron establecidas en otro tiempo. Así tenemos estos ecosistemas cuestionados desde el Ministerio de Hacienda, desde las patronales de la hostelería o del transporte por carretera y otras administraciones que otorgan licencias. No hay duda de que el equilibrio se conseguirá cuando estos agentes sean parte del ecosistema y también aporten y reciban ventajas del mismo. Hasta entonces veremos desequilibrios en forma de multas y denuncias.

Muchas grandes empresas lideres del mercado han reconocido la importancia de crear ecosistemas en los que ellos obtengan como ventaja una conexión con la innovación y aportar sus fortalezas financieras y de acceso a los clientes. Este sería el caso de Wayra y Telefónica o de las incubadoras de fintech que han puesto en marcha muchos bancos, como Bankia, por poner solo dos ejemplos. Estas iniciativas son un gesto de humildad, actitud imprescindible para aprender en un mundo en el que las reglas son otras que las que les dieron el liderazgo que hoy poseen en cada sector.

Sin embargo, un ecosistema es un entorno delicado, el status quo es retado en cada momento por nuevos jugadores. Es el caso de los hoteles, su ecosistema desde los años 70 con sus proveedores, sus clientes, las agencias de viaje, los touroperadores, era el clásico ecosistema del turismo desde los años 70, se vio violentado por la aparición del mundo digital y con él las agencias digitales, los buscadores, los comparadores y la venta on line, etc.

El antiguo ecosistema se reajustó, el valor que aportaba cada uno les dio más o menos importancia en el nuevo equilibrio y se estabilizó de nuevo. Desaparecieron muchas agencias y operadores que no se adaptaron, otras se hicieron de nicho y el poder relativo de cada agente cambió. Después pareció Airbnb y puso en contacto una oferta y una demanda que antes lo tenía más difícil para encontrarse y que ahora lo hacía a un click y los hoteles estaban fuera de ese nuevo esquema. De nuevo tensión y un ecosistema complejo en reajuste y así seguirá para siempre.

En todos estos cambios la comunicación entre los agentes del ecosistema es la clave. La transparencia y la confianza son esenciales. Nadie confía en quien dice y actúa diferente. La mentira dura mucho menos en el mercado en estos tiempos, como hemos podido ver en estos días con el engaño de los teléfonos extremeños Zetta, que iban a competir con Apple. La trasparencia y la confianza son valores clave y no por temas de “paz y amor” o emocionales, sino porque son valores que han crecido en importancia en esta etapa en la que todo puede ser cuestionado por cualquiera y todos tenemos poder como consumidores para hacerlo. Las empresas que no entienden esto y que entienden el mercado como una jerarquía en la que hay “reyes de la selva y súbditos” y no como un ecosistema con reglas de win-win, no duraran mucho en él.

También es un mundo complejo, que privilegia lo simple. Un video gana a un informe en PDF, un tuit a un discurso, una infografía a un página de Word. Ser simple en la comunicación no es más que hacer tú el trabajo previo para que le sea más fácil al otro. Ser complejo es dejarle todo el trabajo al otro y esto en un tiempo de tantos estímulos, de economía de la atención y de poco tiempo, es tirar el dinero y el esfuerzo.

Bueno, creemos que para la economía de la atención del lector ya nos estamos alargando mucho. Resumimos: en la economía de los ecosistemas la comunicación debe basarse en los tres valores: trasparencia, simplicidad y confianza y esto solo se consigue con apertura y flexibilidad y aprendiendo siempre. Pues, como se dice en esta frase atribuida a Earl Gray Stevens: “La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas la preguntas”.

 

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