Recientemente hemos conocido el contenido de un informe de finales del 2013 de la consultora Boston Consulting Group encargado por el Gobierno español para mejorar el tejido productivo español, reindustrializar el país y así aguantar mejor posibles crisis futuras.
En esta crisis, la industria española casi ha perdido 800.000 puestos de trabajo, un 25% de su empleo y ha dejado ociosa el 30% de su capacidad productiva. El objetivo final de estas medidas es aumentar el peso en el PIB de la industria del 15,9% actual al 17,4% en el 2016 y recuperar 370.000 empleos
Hasta aquí todo correcto, la medidas que pueden verse en este enlace son de todo tipo, desde bajar costes laborales, energéticos o logísticos hasta el empleo de la marca España; la adecuación de la educación a la necesidades de habilidades del mercado y las empresas o nuevas fórmulas de financiación. En la misma línea, con los lógicos matices ideológicos, han ido los informes que el Gobierno ha recabado de sindicatos o de asociaciones empresariales.
Hasta aquí ninguna objeción, pero sí una gran ausencia (a nuestro entender clamorosa). No hay ninguna referencia al mundo digital.
La producción industrial es hoy el 16% del PIB y el 70% del comercio mundial. Por tanto, es un elemento esencial de la economía mundial. El mundo es obviamente global pero también va a ser cada vez más digital y las empresas industriales o de servicios que quieran competir en este mundo han de ser más globales (algo que sí está recogido en el decálogo de recomendaciones), pero también más digitales (algo no recogido en ningún informe).
Ser digital es aprovechar mejor las ventajas del comercio electrónico y de la tecnología. Es usar mejor la comunicación tanto a clientes como a empleados y accionistas, pero a través de los medios más eficaces y cercanos: sus pantallas digitales.
Ser digital es transformar la organización de la empresa para conseguir todas las ventajas de reducción de costes y de eficacia que el mundo digital trae consigo. En una época de menos recursos, la utilización de lo tecnología ya disponible nos abriría un mundo lleno nuevas oportunidades ya que hasta ahora solo hemos visto la punta del iceberg de esta revolución. La sociedad española no suele ser muy planificadora pero si reacciona bien a los problemas, como estamos viendo, reaccionemos a esta gran oportunidad para ser competitivos con lo que ya existe.
Se podrá objetar que no es lo mismo una empresa de servicios que una de productos industriales. Pero, finalmente, ambas han de convencer a un cliente de que son la mejor opción. Y una empresa de su tiempo, una empresa digital, es más creíble y sostenible que una con modos de hacer tradicionales.
Una buena presentación usando medios audiovisuales, clara, disponible para ser vista en tabletas y con el apoyo de la información de una web corporativa cuidada y de diseño actualizado, no da la seguridad de conseguir un contrato, pero sí que ayuda en cualquier proceso de venta de un buen producto.
Por eso las empresas industriales también tienen que ser cada vez más digitales, ser más de su época. Y por eso nos parece sorprendente que en un decálogo de deseos de cambio todo esto no esté incluido.
Nos da la sensación de que lo digital, en determinados ámbitos políticos y económicos no se toma todavía en serio. Pero debería hacerse. El modo más directo es hacerlo desde la empresa y el primer paso es entender la cultura digital por parte de la dirección, entender las claves de una transformación digital poniendo foco en la mejora de resultados con las ventajas de las tecnologías que están a su disposición. Los directivos con capacidad de decisión deberían hacer este esfuerzo de comprensión de la esencial de este cambio, el futuro recompensará con creces ese esfuerzo.
De hecho, nuestra propuesta es que debería hacerse un verdadero plan nacional de transformación digital para que las empresas, en especial las que sean globales, tengan una verdadera estrategia digital, algo totalmente imprescindible y que no requiere muchos recursos pero sí una cultura digital.
La razón es que no será sostenible ser competitivo sin una estrategia digital.