A mediados de enero de este año, se celebró en Madrid la 5ª edición de “Spain Investor Day”, foro inversor cuyos objetivos fundamentales son, por un lado, tomar el pulso al grado de confianza de los mercados de valores respecto a la realidad y perspectivas de la economía española, y, por otro, generar interés sobre la misma entre la comunidad inversora internacional, de forma que se materialice en flujos de capital hacia nuestro país. Durante este evento se han celebrado múltiples encuentros plenarios y personalizados entre una muestra selecta de las empresas españolas cotizadas y un amplio número de inversores nacionales e internacionales. La concentración en dos días de una intensa actividad de comunicación por parte de las empresas pone a prueba el compromiso, la calidad y efectividad de ésta última. La valoración de estos tres parámetros, esenciales en toda política de Relaciones con Inversores, tiene mucho que ver con la diferente consideración que otorgan las empresas españolas a la misma, en unos casos de coste, y en otros de inversión.
El panorama de nuestro mercado en este aspecto es heterogéneo y aunque, en general, la necesidad de dedicar recursos a esta actividad no está cuestionada en las organizaciones, los medios y dedicación en la agenda ejecutiva distan mucho de ser los idóneos. Esto es relevante, si tenemos en cuenta que, en diversos estudios disponibles, los inversores declaran estar dispuestos a pagar una prima por aquellos valores que respaldan una política de buenas prácticas en Relaciones con Inversores, pero también a penalizar aquellos que no saben o no quieren atender las necesidades de información y explicaciones de sus stakeholders
En este sentido, es habitual encontrarse en dichas políticas con falta de representatividad a un alto nivel ejecutivo en este tipo de acciones de comunicación, o que el equity story carece de actualización, o de foco en la estrategia y en la explicación del modelo de negocio y sólo centra el mensaje en el repaso a los resultados obtenidos o en facilitar proyecciones de variables operativas o financieras. También, entre muchas compañías cotizadas está extendida la práctica, respecto a la publicación de los informes trimestrales, de despacharse con apenas cuatro páginas lo que consideran información y datos relevantes de toda la gestión de un periodo, simplemente porque valoran suficiente con cumplir lo establecido por la regulación. Esa falta de voluntariedad por ir más allá de lo estrictamente legal en materia de información, se constata también en la escasa utilización de las herramientas digitales (sitio web, soluciones móviles, redes sociales, etc) para alcanzar a mayores audiencias con contenidos de calidad y actualizados, reduciendo así las posibilidades de obtener una mayor visibilidad y efectividad a la comunicación con inversores. Estas son algunas de las lagunas que hoy se pueden identificar en muchas de nuestras compañías en Bolsa, y que sin una corrección van a condicionar el aprovechamiento de la oportunidad que representa el posible cambio de ciclo. Son empresas que consideran las Relaciones con Inversores como coste o como carga. Afortunadamente también tenemos compañías que visualizan esta disciplina como un área estratégica en sus respectivas organizaciones y en la que por tanto, consideran rentable invertir. Es para ellas un activo intangible, así se lo reconocen los inversores, y casi siempre son las mismas empresas las galardonadas en este campo.
Quizás éste es un buen momento para reflexionar sobre estos puntos, cuando todavía está pendiente la transposición de las modificaciones de la nueva Directiva de Transparencia de la CE que suprime la obligatoriedad de publicar informes trimestrales. Ahora que se anuncian algunas de las salidas a Bolsa más esperadas, también es un buen momento para recordar que, si complejo es acometer un proceso de incorporación al mercado, más desafiante es mantenerse en él, reto en el que la política de Relaciones con Inversores juega un papel clave. No es razonable pensar que a menos información y a menos compromiso, la empresa cotizada vaya a ganarse más y mejor la confianza del inversor, desde luego que no en los tiempos que corren.